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Si no perdonamos nos atamos a una situación desagradable y dejamos
que las fuerzas oscuras del mundo tomen control de un pedazo de nuestro
corazón.
El perdón es importante y a veces difícil. ¿Por qué es difícil? Porque es
dejar el control que creemos tener en algunas circunstancias.
Hace un tiempo a una comunidad Amish de USA (una religión parecida a la
menonita tradicional, es una religión de gente muy pacifica) le paso algo
terrible. Un hombre perturbado llegó a una escuela de niñas Amish y
disparó a diestra y siniestra e hirió a casi todas las niñas y mató a
varias.
Si tú fueras la madre o el padre o la hermana o hermano de esas niñas
¿Perdonarías al asesino? ¿Cuánto tiempo te tomaría perdonar? Los Amish
perdonaron en unas cuantas horas y fueron al velorio del asesino (quien se
suicido) a pedirle a Dios por su alma y darle el pésame a la familia.
En un documental que vi sobre este incidente, una de las madres de las
victimas decía que: “Perdonar no significa que olvido lo que pasó, o que
creo que fue algo bueno. .... significa que le dejo a Dios la tarea de
juzgar.”
Otro hombre de la comunidad afectada decía que cuando le dejó a Dios la
tarea de juzgar al asesino se sintió muy bien porque él ya no tenía el
duro trabajo de juzgar ese acto tan vil. Ahora era trabajo de Dios.
Los Amish como parte de su fe le dejan el control a Dios y no pretenden
controlar todo. Como parte de su fe, también le dejan el juzgar a Dios.
Ya sea que practiques o no alguna fe, el perdón es importante para
liberarte tú mismo de algo que pasó en tu vida.
Cuando perdonas liberas tu mente. Perdonar no significa olvido, no
significa que te harás amigo de quien te ofendió. Significa que no
juzgaras tú, en tu mente, una y otra vez y con ello revivirás el dolor una
y otra vez. No es olvido, no es ponerse de acuerdo con la ofensa, pero es
parar de juzgar. Perdonar puede ser fácil o difícil, eso depende de ti.
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